lunes, 8 de noviembre de 2010

UNA RARA TARDE


Mario y Luis estaban jugando en la plaza de su pueblo, Brea, cuando de pronto el cielo comenzó a oscurecerse y cayó una tormenta. En poco tiempo, el suelo mojado se volvió resbaladizo. El balón se cayó por una alcantarilla que, por error, estaba abierta. Mario gritó:

- ¡Corre, Luis!, vamos a por el balón.

- ¿Dónde está?, no lo veo.

- Se ha metido por ese agujero – volvió a gritar Mario echando a correr.

Luis llegó después porque corría menos, estaba más gordo y sus piernas eran más cortas.

Bajando por la escalera, Luis dijo:

- ¡Puaj!, ¡qué mal huele aquí!

- Normal, las alcantarillas siempre huelen así de mal, aquí viene a parar toda la suciedad que nosotros tiramos por el desagüe.

- ¡Para ya! Me da asco – dijo Luis poniendo caras raras.

Continuaron bajando hasta que Luis se resbaló y cayó al suelo, a tiempo de ver cómo alguien movía la escalera.

- Mario, tú que eres el listo, dime ¿qué es un hombre muy bajito, con barba y orejas gigantes?

- ¿Un duende? Los duendes no existen; así que venga, sigamos.

- Pues yo estoy seguro de que…

- Será cosa del golpe

Y siguieron por el segundo tramo de escaleras hasta que llegaron al final, donde vieron una puerta cerrada a la que llamaron muy educadamente:

-¿Hay alguien? Por favor, abrid.

La puerta se abrió sola y allí, en el centro, encima de una mesa brillante, estaba su pelota. Luis echó a correr.

- Para, dijo Mario, no hagas ruido y entra muy despacio.

En el momento en que tocaron la pelota, una alarma chirriante sonó y la puerta se cerró. Los dos hermanos repitieron educadamente:

-¿Hay alguien? Por favor, abrid.

Pero nada, la puerta siguió cerrada, se abrió un túnel en el suelo y se tiraron por él. Aparecieron en su jardín, con su pelota, y se pusieron a jugar; pero, después, se dieron cuenta de que no era la misma pelota: el día que sus padres la compraron pusieron sus nombres, que no se habían borrado en años; y los nombres no estaban.

No les importó, siguieron jugando hasta que Luis la golpeó con fuerza y un gran tapón salió disparado, la pelota no tardó en deshincharse, como un globo cuando se le escapa el aire. No hubo manera de pararla hasta que cayó a un pozo que estaba al lado de la vaya.

Mario quería bajar a por su balón.

- Pues yo no pienso acompañarte – le dijo Luis.

- Si yo bajo, el balón será sólo mío. No pienso dejártelo, por miedica. Le dices a papá que te regale otro a ti.

- No puedes bajar solo, Mario. ¿Y si te encierran?

- ¿Quién me va a encerrar? – contestó Mario riendo a carcajadas - ¿Las ratas? – Y seguía riendo.

- ¡Pues no! – gritaba Luis enfadado porque le estaba haciendo burla – El duende que me tiró de la escalera.

- Como si existieran.

- Pues sí, yo lo vi. ¿Y si te caes de la escalera y te rompes una pierna? Si estás solo, ¿quién te ayudará?

- Vale, haremos una cosa: – reconoció Mario – Me llevaré un silbato por si corro peligro; y, cuando tú lo oigas, baja.

Pero en ese momento vieron un pequeño duende que estaba cerrando la alcantarilla. Intentaron abrirla, pero fue imposible.

- ¡Oh, no! – gimió Mario.

- Ya te dije yo que existían – gruitó, Luis, y un poco más calmado, siguió - Por aquí ya no se nos caerán más juguetes.

- Tú estás tonto. – le increpó Mario – Nos hemos quedado sin pelota.

Cuando los dos volvieron tristes a su casa, vieron que en el jardín estaba su viejo balón, con sus nombres escritos. ¿Quién la habría puesto allí?

miércoles, 3 de noviembre de 2010

ALLÁ VAMOS

Hace muchos millones de años nuestros antepasados, después de disfrutar su tesoro, pensaron que lo mejor sería enterrarlo y guardar el mapa que conducía a él para que otras personas lo pudieran desenterrar y disfrutar.

Juan, Raúl, Pepe y Andrés son los mejores amigos que pueden existir. Juan es alto y robusto, pero sobre todo es el más despistado. Raúl es el más pequeño, tiene la cara llena de granos; es alto. Pepe es muy bajito y regordete y siempre tiene la cara roja como un tomate. Andrés tiene mucho pelo, negro como el carbón y muy rizado; también tiene un lunar en el cuello, por esose diferente a los demás.

El grupo se llama "Allá vamos". Siempre que Juan pregunta:

- ¿Qué vamos a hacer hoy, chicos?

Todos responden:

- Vamos a buscar un tesoro.

Entonces, Juan grita:

- ¡Allá vamos!

Esa tarde, llegaron a la isla en medio del río y cuando cavaban debajo de un árbol para esconder un balón encontraron un mapa. Entonces, Juan dijo:

- Mirad, chicos, el mapa marca que aquí hay un tesoro, por allí, cerca de ese montón de piedras que parece una flecha.

- Sí, tienes razón, - respondió Pepe, entusiasmado - empecemos a cavar.

Los cuatro amigos se pusieron manos a la obra hasta que encontraron una pequeña vasija de barro.

- ¡Vaya!, parece muy antigua - dijo asombrado Raúl.

- Sí, parece un tesoro de verdad - añadió Pepe.

- ¿Qué habrá? - preguntó Andrés.

- Seguramente estará lleno de monedas de oro - les animó Juan.

- Sí, y piedras preciosas - continuó Pepe.

- Igual no hay nada - susurró Raúl.

Todos lo cogieron con cuidado y lo sacaron para ver, por fin, qué había dentro. Cuando lo abrieron se encontraron con un montón de huesos antiguos, piedras talladas y calaveras.

- ¡Qué desilusión, yo que creían que nos iba a hacer ricos! - casi lloró Andrés.

Estaban a punto de tirarlo todo y romperolo cuando oyeron que la alarma del barco sonaba...

Pepe se despertó de un sobresalto y descubrió que la sirena del barco no era nada más que su odiado despertador, era la hora del ir al cole.

Fue muy contento y les contó sus amigos Juan, Andrés y Raúl la maravillosa historia que había soñado.

lunes, 1 de noviembre de 2010

EL CONEJO DE ALICIA



Marcos y Pablo, hermanos, eran muy traviesos. Los vecinos estaban muy enfadados con ellos.

Pablo era bajito y delgado; Marcos era alto con la cara llena de granos.

Un martes, después del colegio, cuando ya habían hecho los deberes salieron al jardín de su casa y Marcos leía en voz alta un libro: “Alicia en el país de las maravillas”.

Marcos vio pasar un conejo por entre las matas, y dijo:

- Me gustaría ser como Alicia.

- Pues la tía Wensley tiene un árbol con un hermoso agujero, - recordó Pablo - ¿y si nos metemos dentro?

- Es una buena idea – apoyó Marcos – Preparemos la mochila ¡nos vamos de excursión!

Y así recogieron linternas, una tableta de chocolate para cada uno y 6 zumos para repartírselos. Al cuello, se colgaron su cantimplora llena de agua.

Cuando llegaron llamaron al timbre. Cuando la tía abrió, la saludaron y le pidieron permiso para ir al jardín.


Lo primero que vieron, entre la hierba, fue al conejo blanco de su prima Wendy, que corrió a esconderse dentro de su árbol favorito; bueno, el único árbol del  jardín.

Se metieron en el agujero. En realidad, sólo entró medio cuerpo de Pablo, que enseguida gritó:

- ¡Socorro! Estoy atascado, y no puedo salir.

- No te muevas, que voy a tirar de ti– dijo Marcos, mientras tiraba de las piernas de Pablo.

- Tira con más fuerza. – suplicaba Pablo – Tengo miedo.

- Prueba un poco de agua, a ver si te encojes, como le pasó a Alicia.

- No llego a coger la cantimplora. Mis brazos están atascados.

- Voy a buscar ayuda – gritó Marcos, echando a correr.

A los quince minutos volvió con el señor Thomson. Al pedirle ayuda, el señor Thomson preguntó:

- ¿Y por qué os iba a ayudar? Vosotros dejasteis escapar a mis gallinas, soltasteis a mi ganado, destrozasteis mis flores, rompisteis el cristal de mi invernadero, la puerta de mi coche…

Mientras el señor Thomson les decía todo lo malos que eran, se enfadó tanto que se puso rojo, como la reina de corazones. Entonces pensó que lo mejor sería que se le quedase la cabeza dentro para siempre.

- Vale, vale – le cortó Pablo – Ya sé que nos hemos portado mal pero, por favor, tengo la cabeza envuelta en tierra, le prometo que no le volveremos a causar más daño.

Mientras, Marcos asentía con la cabeza.

Los dos tiraron fuerte de Pablo, y éste salió con toda la ropa sucia y el conejo aprovechó para escapar él también.

Cuando le explicaron a su madre lo ocurrido, les castigó un mes sin salir.

El conejo se despidió de ellos, guiñándoles un ojo por la ventana cada día de su castigo.

jueves, 28 de octubre de 2010

UNA DIFÍCIL DECISIÓN, 4ª y última parte.




Estuvimos hablando durante mucho tiempo, ella me explico todo lo que le había pasado y porque estaba tan triste cuando acabo me dio un beso y muy cariñosamente me preguntó:

-María, si te apetece podríamos ir a recoger a Andrés. El médico ha llamado diciendo que aunque tenga que llevar escayola por un tiempo podemos traerlo a casa.

Yo suspiré, antes no me había puesto a pensar que cuando Andrés se recuperara volvería a ser el centro de atención ,con lo bien que iban hasta ese momento las cosas.

Entonces dije:

-Está bien me voy a vestir y enseguida salimos, ahora vuelvo.

Llegamos al hospital,  y en cuanto Andrés me vio dijo:

-Mira quien ha llegado, la idiota.

Entonces mi tía le pegó y le dijo:

-Como vuelvas a llamar a tu prima así o de alguna otra manera ofensiva te quedarás castigado –dijo la tía Claudia un poquito enfadada- ¿Te ha quedado claro?- le preguntó a Andrés

 Andrés asintió con la cabeza, entonces mi tía se fue un momento al baño del hospital cuando yo me quedé sola con Andrés.

-¿Qué le pasa a mi madre?- me preguntó con un humor de perros.

Yo no respondí y entonces entro la tía Claudia por la puerta y preguntó:

-¿Qué le pasa a quién, Andrés?

-Nada, nada -dijo Andrés haciéndose el bueno- Bueno, ¿nos vamos ya para casa?

-Si-respondió la tía Claudia-voy a avisar que nos vamos.

-Jaja, en cuanto lleguemos a casa te volveré a hacer trabajar como mi propia criada.  Además ahora que llevo una escayola mi madre te hará cuidarme más y prestarme más atención-dijo Andrés riendo a carcajadas.

Entonces tía Claudia volvió y nos dijo que ya podíamos marcharnos así que, como Andrés llevaba todo el día en una camilla tumbado, decidimos volver andando para que estirara un poco las piernas pero como se cansó tuvimos que coger un taxi.

Llegamos a casa y Andrés se tiro al sofá dejando caer al suelo su chaqueta, su mochila y su gorra; entonces gritó:

-María, tráeme una coca cola, unas patatas, una de mis películas favoritas y unos cojines para estar cómodo.
                             
Así que yo muy triste y suspirando fui  por dos cojines, patatas, una película y una coca cola.

-¡¡¡Andrés!!! Pídele perdón a tu prima ahora mismo y si quieres coger algo vas tú, que no te pasa nada en las piernas y puedes andar perfectamente.

-Jo, pero es que me canso-dijo Andrés lloriqueando para que tía Claudia no le echara la bronca

-Me da igual, tu prima también se cansa, ¿o que te crees? A partir de ahora ella es  una más de la familia, como tú y como yo, nadie la tratará mejor ni peor.

Yo estaba tan contenta que incluso a veces se me saltaban las lágrimas y le rezaba a mi madre:

-Ojala estuvieras aquí para ver lo que tía Claudia está haciendo por mi, estoy segura de que te sentirías orgullosa.

Entonces vi como tía Claudia estaba en la puerta de mi cuarto escuchándome y, llorando, la abracé y ella se secó las lágrimas y me dijo con una sonrisa:

-María, tendrás siete años pero actúas como una niña muy mayor. Estoy muy orgullosa de ti. Ahora por favor baja al comedor pero tápate los ojos con esta venda.

Yo no tenia ni remota idea de qué se trataba pero todo estaba muy silencioso, yo me asuste un poco por el silencio y porque no veía nada.

-Tía Claudia tengo miedo-dije tartamudeando, y oí como Andrés se reía-¿Qué pasa? –pregunté.

Y alguien, su voz me sonaba, dijo:

-María, quítate la venda de los ojos

-Vale -respondí yo pensando de quién sería esa voz.

Entonces abrí los ojos, saltaron un montón de serpentinas por todas partes y todos mis amigos y amigas estaban allí y gritaron:

-¡¡¡¡FELICIDADES, MARÍA!!!!

No me lo podía creer mi tía había organizadazo todo eso para mí, hasta conocí a mi tío con el que casi me voy a vivir.
Comimos tarta, helado, salimos a jugar y entonces abrí los regalos. Me regalaron de todo: dinero, una muñeca que siempre había querido con su ropita y todo, una Nintendo DS, también entre todos me compraron 10 juegos y me enseñaron a jugar. Pero el gran regalo de mi tía fueron dos; uno fue un ordenados portátil y el otro la posibilidad de amueblar mi cuarto como me gustara.

Entonces amueble mi cuarto así: La pared era de un color lila claro (y antes lo tenía rosa oscuro horrible), al entrar había un gran mesa de madera lado a lado de la habitación( no como  la de antes que era de plástico feo y pelado gris),la mesa tenía una lámpara muy bonita que me alumbraba para escribir hacer los deberes, leer…, a un lado estaba el ordenador portátil y cuando quería lo usaba, también tenía un equipo de música y, por último, una tele pequeñita colgada de la pared.

Tenía un armario precioso y muy espacioso (no como antes que guardaba mi ropa en una maleta enana y que no me cabía casi nada), y una cama muy grande bonita y en la que podía dormir muy bien (y la de antes estaba manchada)

Además tenía un armario para guardarme todos mis juguetes y todos los domingos tía Claudia me daba 1 euro para que me fuera a comprar chucherías.


Pasaron semanas incluso meses y no me trataban mal y cuando a Andrés se le escapaba algo mi tía le decía que moderara su lenguaje o algo así, así que esa noche mi tía vino a mi cuarto mientras me acostaba yo supuse que sería como todas las noches para darme el beso de buenas noches pero esa noche tuvo algo de especial ya que me devolvió me diario y me dijo:

-María, aquí tienes tú diario, que sepas que no lo he leído.

Yo le di las gracias.

Querido diario:

Mi vida es fantástica, nunca me he alegrado tanto de que Claudia sea mi tía, me trata fenomenal y me respeta.

 FIN

miércoles, 27 de octubre de 2010

UNA DIFÍCIL DECISIÓN, 3ª parte



- Pero, ¡si estos son mis padres, y mi hermano mayor! - pensé- no puede ser, ¿por que mi tía tendrá fotos del accidente de mis padres?

Cuando la tía Claudia llegó a casa se lo pregunté. Ella se puso muy amable conmigo, me quiso abrazar, pero yo no la deje creyendo que seria otro de sus trucos. No, esta vez iba en serio y al ver como mi tía miraba fijamente las fotos de mis padres y mi hermano vi porqué se había vuelto tan amable.

Ella dio un suspiro y dijo:

-Ninguno de ellos merecía morir, tu padre era fuerte y robusto, capaz casi de levantar un camión. -soltó con una risita floja y suspiró- Tu madre y yo nos peleábamos mucho pero era fantástica, siempre que la necesitaba estaba ahí y nunca me ha fallado. Además era muy guapa y por mi culpa no pudo cumplir su sueño de ser modelo.-dijo mientras caían unas gotitas a la foto- Tu hermano…tu hermano si que era amable y muy bueno en todo: jugaba a fútbol, daba clases de inglés, estudiaba y sacaba buenas notas, ayudaba a tu madre en las tareas de casa como tú….Lo teníais todo, erais la familia perfecta y tú…menos mal que a ti no te he perdido. Eres guapa y muy buena, además no sé como has aguantado tanto tiempo recibiendo mis órdenes. Ven al comedor, tengo que darte una buena noticia, aunque sólo sea para ti -susurro.

Me senté y ella llamo por teléfono.

- Aquí te espero – dijo.

Después le pregunté:

-¿Tenemos visita?

-Ya lo veras cuando llegue su momento-dijo la tía Claudia- el momento de que te pierda -susurro de nuevo.
Yo no la entendí muy bien, así que le quité importancia porque si le preguntaba que había dicho me iba a decir que nada, o que cosas suyas, como si no la conociera…

En ese momento llamaron a la puerta. La tía Claudia fue a abrir y volvió con un hombre a su lado: era alto, delgado, iba vestido con un traje y llevaba un maletín. No entendí muy bien lo del maletín pero supuse que ya me lo explicarían.

Mi tía me sirvió un zumo, ella se puso una coca cola y al hombre del maletín le puso una botella pequeña de agua.

Entonces el hombre del maletín lo abrió y salieron un montón de papeles. Entonces me dijo:

-A ver, María, yo soy un asistente social, tú tienes otro tío, lo sabes. Tu tía me ha llamado para que elijas si quedarte con ella o irte con tu otro tío.

La decisión era difícil. La tía Claudia me había comenzado a contar la historia de mi vida, de mi familia, y no me quería perder el final; por otro lado, me había dado a elegir y merecía la pena darle una segunda oportunidad. Entonces, dije:

-¡Me quedo con mi tía Claudia!, a no ser que  ella… no quiera, claro.

-Pues claro que quiero cielo -gritó mi tía abrazándome. - Yo pensaba que como te he tratado tan mal ya no querías estar conmigo más.
 
Entonces el hombre raro del maletín se fue y me quedé con mi tía Claudia.
                                                                                                                      (Continuará)

domingo, 24 de octubre de 2010

UNA DIFÍCIL DECISIÓN, 2ª parte




Llego el día de mi cumpleaños, me medí en la pared e ¡increíble!,  había crecido bastante unos dos metros o centímetros,  bueno, las matemáticas no son mi fuerte, lo reconozco.

Pensé que hoy iba a ser el día en el que la tía Claudia al fin y al cabo me iba a demostrar todo lo que me quiere pero no, hoy es un día normal y corriente como otro cualquiera. Bueno lo único bueno que hoy me ha pasado ha sido que no he ido al colegio porque Andrés estaba haciendo el tonto y se ha caído y se ha roto un brazo así que lo tuvimos que llevar corriendo a urgencias. Después volvimos a casa, yo me asomé a la cocina y allí estaba mi tía haciendo una tarta; además, de mi sabor favorito y eso ella lo sabia, al fin y al cabo parece que no era tan mala.

Vi cómo mi tía salía de la cocina con la tarta por lo que para disimular cogí un libro y me puse a leer, por lo que mi tía me preguntó:

-María, ¿Qué haces?

-Estoy preparando un libro para leerle a Andrés  cuando vayamos a visitarlo -respondí educadamente

La tía Claudia frunció el ceño pero yo vi que mi tía dejaba la tarta encima de la mesa, y dijo:

-Bueno María, me voy a vestir si me buscas estaré en mi cuarto.

 Yo estaba entusiasmada hasta que  vi que en la tarta,  en letras de  chocolate, ponía:

“Para mi Andresito querido, que te cures pronto”.

Yo eché a llorar y mi  tía me preguntó desde su cuarto:

-María, no quiero molestarte en tu momento de tristeza, pero por un casual, ¿no estarás llorando encima de la tarta para mi Andresito, verdad?

Yo no respondí. Mi tía pensó que los vecinos podrían oírme llorar así que lo mejor seria calmarme.

-¿Qué te pasa María?,  ¿te has hecho alguna herida o quizás no te acuerdas de algo importante? Cuéntamelo, yo te ayudaré a resolver el problema.

-Lo que me pasa  es que tú eres la que no te acuerdas de que hoy es mi cumpleaños, no sé cómo no te da vergüenza no acordarte de algo así, así que yo no necesito ayuda ¡la necesitas tú! Lo único que parezco es una esclava a mis 7  años.

-A tus 6 María, tienes 6 -me corrigió la tía Claudia

-Pero, ¿no te estoy diciendo que hoy es mi cumpleaños? -respondí echándome a correr hacia mi cuarto, por alguna razón había algo que me impedía llegar, me di la vuelta y lo vi: cómo iba a avanzar si mi tía me estaba agarrando de una pierna. Y yo grite:

-¡¡¡¡Para, suéltame me haces daño, suéltame, no tienes ningún derecho a tratarme así para, para, me haces daño!!!!

-María vas a pagar todo lo que me has dicho y todo lo que te he tenido que aguantar, vas a aprender a tenerme más respeto. Ya verás, te voy hacer trabajar más de lo que hayas podido ver alguna vez en tu vida. No vas a salir viva, me vas a recuperar todos los minutos que me has echo perder escuchándote, me los vas a pagar segundo por segundo ni uno menos,  ¿me oyes?- Gritaba la tía Claudia con unos ojos que parece que le iba a salir fuego

Aún así yo como una valiente niña de ya 7 años me enfrenté al problema y le dije:

-No, no soy tu esclava soy tu sobrina y me merezco un respeto como tal, no tengo porqué ser tu criada ¿Me as oído? No tengo porqué-dije yo toda chula

-Tienes razón cariño, lo mejor es que nos perdonemos. Vamos a tu cuarto y jugamos un ratito con tus muñecas, ¿Vale?-Me dijo la tía

Aunque yo no estaba segura acepte le dije:

- Vale, vamos, tengo muñecas de sobras se llaman: María, Sandra, Camila….

Llegamos a mi cuarto, bueno, en realidad la tía me había dicho que mejor jugábamos en el salón y que las sacara allí; pero yo supuse que ella me estaba esperando en el salón. No, me estaba siguiendo mientras yo no me daba cuenta.

Entonces yo oí una puerta cerrándose muy cerca pero mi cuarto estaba arriba y no había puertas cerca así que yo decidí mirar y vi mi puerta cerrada, pensé que habría sido el  viento pero cuando la fui a abrir no podía, estaba cerrada con llave pero con una llave que yo ni sabia que existía esto me olía mal entonces oí a mi tía gritar:

-Jajajajaja, niña indefensa te lo has creído, yo no jugaría jamás con una mocosa como eres tú jajaja ahora, niña, estás encerrada y nunca podrás salir, sólo saldrás para trabajar y para obedecer mis ordenes y las de Andrés. No irás al colegio por que estarás limpiando y sólo tendrás al día un trozo de pan y agua para beber.  Jajajaja

Entonces fui a escribir todo en mi diario pero en el cajón no estaba. Yo pensé:

- A ver,  María, donde dejaste anoche el diario, bajo la almohada…no; debajo de la cama…no; jolines dónde dejaste el diario-m dije desesperada

Entonces la tía Claudia dijo:

-María, María, María, buscas un librito rojo y azul ¿verdad pequeña?

-Sí lo busco, si lo has cogido devuélvemelo y no me vuelvas a llamar pequeña que ya tengo 7 años-dije yo.

-Si, María lo que tu digas

Yo di un suspiro y grite:

-¡¡¡¡Devuélvemelo no podré salir pero sí gritar y cuando alguien me oiga vendrá en mi auxilio, devuélvemelo y suéltame o gritaré hasta que me oigan en todo el mundo, dámelo ahí tengo mis secretos escritos!!!!

-Bueno pues haberlos escondido mejor -decía mi tía mientras se reía- jajajajaja.

-A lo mejor no los he escondido tan mal, la llave la tengo yo, jaja, y tú estás ahí afuera y si entras me escaparé.

-Niñata insolente, ¿cómo te atreves a hablarme así?

Entonces oí cómo mi tía iba bajando escaleras y me puse a pensar:

-Qué pena que esté encerrada ya no podré tirar de la bonita manta y ver qué maravillosa cosa hay debajo….

-¡Ay mi cabeza,  que daño! Me he clavado mi horquilla. Claro, usaré la horquilla y abriré la puerta -pensé como una mayor- Las mayores tienen ideas geniales, ¡cómo se nota que he crecido!

Abrí la puerta y fui al sótano. Vaya, seguía sin poder tirar de la manta, me acerqué a la cocina; la tía Claudia no estaba y tampoco su tarta, se habían ido al hospital, así que cogí un taburete y por fin tiré de la manta y  vi ...Vi … una vieja ventana sin cristales.

¡Wao, cuántas moscas! La tía Claudia la taparía para que no entraran más moscas. Vaya, qué desilusión. Me dispuse a colocar la manta de nuevo en la ventana pero entonces allí en el suelo vi un viejo álbum de fotos.

-Lo voy a llevar a mi cuarto y lo miraré, pero antes ... llevo mucho tiempo sin comer, jeje, un tentempié me sentará bien.

Cogí un bocadillo de la nevera y un zumo y me fui a mi cuarto. Cuando llegué allí cerré la puerta y me tumbé en la cama a ver las fotos.
                                                                                                                            (Continuará)

viernes, 22 de octubre de 2010

UNA DIFÍCIL DECISIÓN, 1ª parte


Querido diario:

Hace ya un año y tres meses que mis padres y mi hermano mayor, de 12 años, fallecieron en un accidente de coche. Como no tengo mas tías ni tíos me tuve que quedar a vivir con la peor persona del mundo entero: ¡LA TIA CLAUDIA!


Querido diario:

Hoy he visto una manta muy bonita y grande en el el sótano de la casa. Le quería estirar y ver que había detrás pero…como soy tan bajita no llegaba a cogerla. Pronto cumpliré los 7 años y como me haré más alta seguro que puedo tirarla al suelo y ver qué maravillosa cosa hay debajo. En fin, es un sueño por cumplir.

-María, venga apaga la luz y a dormir que mañana es un día muy cansado.

-Ya voy tía Claudia. Adiós, querido diario.

Mi tía es bajita tiene el pelo moreno y siempre lo lleva recogido, además ella está un poco gordita.


Querido diario:

Te voy a contar la cantidad de cosas que tengo que hacer cada día:

1-Tomarme la leche, lavarme, vestirme y peinarme (aguantar los tirones de la tía Claudia)

2-Ir andando hasta la escuela, y eso me lleva una media hora. Me canso mucho por que por culpa de la tía Claudia siempre vamos tarde, andando deprisa.

3-Esforzarme en hacer todas mis obligaciones escolares: estudiar, hacer los deberes y  sacar muy buenas notas para que la tía Claudia no me castigue.

4-Comer por el camino, al salir de clase, del tuperware que la tía Claudia me ha preparado hoy, como de costumbre, a paso rápido ¿Qué formas de comer son éstas?

5-Ir a casa hacer los deberes y como tenga una sola suma mal la tía Claudia me tirará todo lo que he hecho y me hará escribirlo de nuevo sin un fallo; según ella para que aprenda, aunque yo no le vea sentido: para borrar lo que esta mal y corregirlo existen las gomas, pero parece que la tía Claudia no sabe lo que son las gomas.

6-Ir a la escuela de los mas pequeños con la tía Claudia para recoger a mi primo Andrés que, aunque no está mucho en casa, cuando está parece el rey, hay que hacer lo que él quiera y sólo tiene 4 años. Si quiere comer le tengo que preparar algo,  ¡YO QUE SÓLO TENGO 6 AÑOS! 4 guisos pero si sólo tiene 4 años como va a comérselo todo claro que lo que se dejaba se lo comía la tía Claudia por eso esta tan alta y fuerte

7-Yo, y repito, yo, tengo que ayudar a Andrés a hacer los deberes y no su madre; y eso si el niño no viene cansado que si viene cansado (que es casi siempre) se tumba en el sofá a ver la tele, y yo le hago todos y cada uno de sus deberes.

8-Después toca la cena; es un reto continuo: yo dándole la cena a Andrés  e intentando comerme mí cena, eso sólo cuando Andrés no escupe en ella.

9-Luego toca el rato de lectura: Andrés elige un cuento y yo se lo leo entero mientras le balanceo su cuna (con 4 años y aún duerme en cuna). Da igual lo que dure, tanto puede durar 10 minutos como 1 hora.

10-Por ultimo el mejor rato de mi día: la hora de escribir mi diario, con mucho cuidado porque como la tía Claudia se entere me lo tirara a la basura.

Así es mi día, aburrido, de esclava y muy cansado.
                                                                                                                                                (Continuará)

domingo, 17 de octubre de 2010

UN VIAJE MUY BIEN APROVECHADO



Me llamo Marta. El último puente, a principios de Noviembre, fui con mis padres a Barcelona.

Yo vivo en Zaragoza y mi colegio se llama Salesianos, es un colegio grande y bien cuidado.

En Barcelona conocí a una niña llamada Megan que era pobre.

La conocí una tarde que iba paseando con mis padres y ella estaba sentada en la acera pidiendo limosna.

Entonces yo le pregunté:

-Hola, ¿como te llamas?

-Hola, yo soy Megan,¿ y tú?

-Yo me llamo Marta y he venido con mis padres a conocer Barcelona.

Yo me dí cuenta de que estaba pidiendo en la calle. Megan era alta y muy guapa pero no tenia dinero y sus padres estaban en paro. Charlamos un rato y yo me apunté su dirección para poder escribirle.

Nos despedimos.

El viaje de vuelta a casa fue muy largo, mí padre y mi madre estuvieron cantando canciones de cuando eran jóvenes y como yo no me las sabía pues no cantaba, solo escuchaba:

- Un rayo de sol, oh, oh, oh!!!

Al llegar a Zaragoza, descansamos un día y al siguiente fui al colegio.

Me daba un poco de vergüenza porque era un nuevo curso, pero al final pensé que por ayudar a Megan tendría que dejar la vergüenza a un lado y contarle al profesor lo que me había pasado.

Cuando los profesores se enteraron de la situación de Megan decidieron hacer algo para ayudarla.

Hablaron con sus alumnos y cada clase pensó en que tenían que ayudar de alguna manera, así que expusieron ideas como por ejemplo:

Una clase decidió hacer unos bonitos dibujos y venderlos en el patio del colegio.

Otros comprar llaveros de metal y pinturas y vender las 2 cosas para que quien los comprara los decorara a su gusto.

Y otra idea genial fue pintar camisetas y venderlas.

Todos los meses los alumnos de la clase pensaban ideas nuevas y así cada mes podían enviarle a Megan el dinero que ganaban con sus trabajillos, que aunque no era mucho todos los meses Megan lo recibía loca de contenta.

Megan fue a un colegio y habló con un profesor que lo comentó con sus compañeros y y se ofrecieron a que cada semana uno de ellos les darían clase para recuperar el tiempo perdido.

Compraron libros, cuadernos, bolígrafos y pinturas y aun les sobró para un bocadillo cada día, que después del esfuerzo se comía muy a gusto.

Y así Megan consiguió aprender a leer y a escribir porque pudo estudiar gracias a la idea de su nueva amiga Marta y la ayuda de todos sus compañeros.

viernes, 15 de octubre de 2010

EL ARCOIRIS



Había una vez una mujer vieja y bastante fea, siempre vestida de negro, que siempre había querido tener un jardín precioso, un jardín que destacara de los demás; pero era tan descuidada que no se acordaba de regar las plantas y nunca conseguía su propósito.

A ella le encantaba la lluvia porque entonces el cielo se ponía oscuro, negro. Un día de lluvia, salió a la calle, a pasear, y sólo volvió cuando dejó de llover.

Conforme se acercaba a casa, iba saliendo el sol y, al llegar a su jardín, salió el arcoiris.

En ese momento observó cómo el arcoiris, con sus rayos de colores, le regalaba un color a cada flor, un color especial y único.

La mujer se emocionó y desde entonces sí se acordó de regar sus plantas y su jardín y su vida se llenaron de luz y color. Incluso, se compró ropa nueva de bellos colores.

Todos los vecinos que pasaban por allí la felicitaban por tener un jardín tan bonito. Ya nadie se acordaba de la mujer vieja, fea y vestida de negro que en un tiempo fue.

lunes, 11 de octubre de 2010

LAS FRUTAS



Había una vez un hombre que tenia de mascota a un perro, que corría en competiciones y siempre quedaba el primero.

Uno de esos días, el hombre, dejó el primer premio que había ganado su perro encima de la mesa donde estaba el frutero.

Todas las frutas dormían y cuando se despertaron la pera, verde y pequeña, se había acercado tanto al premio que las demás se dieron cuenta de que se lo quería quedar para ella.

La sandia, de color rojo vivo por dentro y con cáscara verde, le preguntó a la pera que por qué se quería quedar ella con ese premio que no era suyo y la pera toda rechulona contestó:

- Pues porque yo soy la mejor fruta de todas y soy la que más vitaminas ofrece a las personas.

Entonces la sandia dijo:

- De eso nada, yo soy la que ofrece vitamina A al cuerpo humano.

Y la naranja, grande y rugosa, protestó:

- Oye, que conste que aquí yo soy la más importante porque no todas ofrecéis al cuerpo humano vitamina C.

Y el melocotón, suave pero peludo dijo:

- ¿No seria mejor hacer una competición para ver quién es la mejor fruta y la que se merece el premio?

Todos aceptaron la apuesta.

Primero actuó la pera, esperó a que el humano tuviese hambre y se puso frente a él para que se la comiera. El humano lo hizo, puesto que es la única comida que encontró a la vista. Después de un tiempo, se encontró mucho más fuerte y pudo transportar cualquier cosa.

Como tenía más hambre, buscó un trozo de sandia y se puso moreno y guapo.

Entonces la naranja se puso delante de él y se la comió. Al poco tiempo se le ensancharon los pulmones y no tenía miedo a la gripe.

El melocotón, que era el único que quedaba y que lo había visto todo, entendió que el premio, que había ganado el perro y todas las frutas miraban con ojos llenos de envidia, tampoco podía ser para él porque para ganárselo tenia que colaborar con los demás porque solo no podía hacer nada.

Entonces todas las frutas, aunque ya formaban parte del humano, comprendieron que solas no podían hacer nada, que tenían que colaborar para conseguir que el humano tuviera un cuerpo sano y buena salud. Ése era su verdadero premio

jueves, 7 de octubre de 2010

LA NIÑA MENTIROSA

En aquel colegio llegó el último día de clase, y la tutora de la clase de 4º dijo:

- Como tenemos dos meses de vacaciones os voy a mandar un cuadernillo de cada asignatura de 15 páginas cada uno.

María no había suspendido más que una asignatura, Lengua. Se iba a ir a la playa de vacaciones, y si se tenia que quedar en casa haciendo los deberes no podría ir a bañarse a la playa. Cuando sonó el timbre del recreo María no quería jugar a nada porque estaba preocupada por eso.

Cuando su mejor amiga, Sara, la vio, como ya sabia qué le pasaba decidió decirle a su amiga:

-Puedes decirle a tus padres que solamente han mandado deberes para los que van a repetir curso.

Al sonar el timbre todos subieron a clase, María estaba feliz porque por un verano no iba a tener que hacer deberes. Iba cantando y sin hacer caso a nadie, en clase la profesora se enfadó y le dijo:

-María, si no te callas te mandaré más deberes para vacaciones.

-Me da igual…….no pienso hacerlos.

La profesora le dijo:

-Ya esta bien María, tendrás que hacerlos si quieres pasar a quinto curso

- Sí que voy a pasar a quinto, sólo he suspendido una.

Llegaron las vacaciones y María dijo a sus padres que no tenía deberes. Los padres, insatisfechos, decidieron llamar a Rebeca, una compañera que siempre hacia los deberes y sacaba pero que muy buenas notas, una “empollona”.

Rebeca les dijo a los padres de María que como todos los años los profesores habían mandado deberes para las vacaciones.

Cuando los padres de María se dieron cuenta que María les había mentido se enfadaron muchísimo. Inmediatamente llamaron a María, que ya se estaba poniendo el bañador para irse a la playa. Le dijeron:

-¿Por qué nos has mentido?

-No sé de qué me estáis hablando, yo no os he mentido – quiso despitarlos María.

-Hemos llamado a tu amiga Rebeca, que siempre saca buenas notas.

-Claro, a la “empollona” – María se iba poniendo roja como un tomate.

-Y nos ha dicho que los profesores si que han mandado deberes.

-Está bien, confieso que os he mentido, pero todo porque quería ir a la playa y pasármelo muy bien estas vacaciones – gimoteaba María.

-Pues nos parece muy mal por tu parte, vas a estar castigada sin ir a la playa, todas las vacaciones

María se puso muy triste pero aprendió que no hay que mentir para ser feliz

lunes, 4 de octubre de 2010

EL NEGRO

A un pueblo muy alejado de todos los sitios, en lo alto de la montaña, apareció un día un señor pidiendo trabajo.

Una ama de casa, ni muy vieja ni muy joven, tendría unos 50 años, lo tomó como criado.

El criado era negro, pero la señora no había visto un negro en su vida, porque aquel era un pueblo muy alejado de todos los sitios, en lo alto de la montaña.

Así que la señora creyó que el color de su criado se debía a la falta de limpieza, y dijo:

- Metedle en una bañera con agua y jabón.

Y ordenó al resto de sus criados:

- Lavadle y restregadlo todo lo que podáis, hasta que quede blanco, como nosotros.

Los criados, siguiendo las órdenes del ama, enjabonaron y frotaron al negro, que no dejaba de quejarse. Le frotaron los brazos...

- ¡Ay, mis dedos, que los quiero mucho!

Le frotaron la tripa...

- ¡Uy! Provocaréis que vomite los chorizos de la semana pasada.

Y le frotaron las piernas...

- ¡Ufff! No me gusta la depilación a lo bestia.

Y el negro seguía tan negro como había llegado.

Tan exagerada fue el ama frotándole y enjabonándole que el pobre criado cogió una pulmonía tan fuerte que le llevó a la tumba.

Sólo la ignorancia puede hacernos intentar semejantes disparates.